TELEGRAMA TAURINO

EL INDIO GRANDE

 

«Después de la retirada sentí un vacío en mi vida y sufrí lo que nadie imagina: una noche, hasta soñé que estaba toreando. Durante dos años no quise saber nada de toros, porque la tentación era muy grande y tenía unos deseos locos de volver a torear; ni siquiera fui a una plaza para ver una corrida, y pedí a mis amigos que no me hablaran nada de toros. ¡Lo que sufrí!.

-Después… ni los contratos en blanco ni las alusiones personales han turbado la paz en mi vida. Tres años después de mi retirada, me sentía tan fuerte y tan bien de facultades como en mis mejores tiempos; y habría podido con todos. Pero se es hombre o no se es, y yo había empeñado mi palabra, y tenía que cumplirla como la he cumplido. dos cicatrices tengo , una arriba de la ceja izquierda y otra en la mejilla del mismo lado: -Esta me la dio un miureño en Sevilla, en 1916, después de haberle metido el estoque. Ya había salido de la reunión, y cuando había pasado el toro sentí que se volvía y me trincó por la frente; desperté en la enfermería.


Y la otra un buen mozo de Benjumea, en Madrid, en 1918; por cierto que fue la única vez que un toro me lastimara al poner los palos, y curioso que yo ni me diera cuenta del rasguño sino hasta que Vicente Pastor, que alternaba conmigo esa tarde, me hizo notar que tenía sangre. ¡Vicente Pastor, el mejor compañero que conocí en los ruedos, un hombre bueno de verdad!. Y el peor -Conocí muchos, pero ninguno como José, que a pesar del gran torero que fue, personalmente tenía todos los gatos gitanos. ¡Era un fenómeno, el fenómeno más grande de la historia taurina! Pero para mi gusto, su hermano Rafael el mejor torero de todos. Ese, cuando se confiaba podía borrarnos a los demás. Rafael hubiera sido más de lo que fue, pero cuando surgió el hermanillo comenzaron a olvidarse de él…!.

Entonces se corrían toros con toda la barba, con los cuales hubiera sido una locura torear como ahora; y lo que se hacía en aquellos tiempos no lo soportaría el público de hoy…con los toros de hoy. Como se toreaba antes tenía su mérito, por los toros de entonces; y como se torea hoy tiene también su mérito. Entonces creo que había más valor, y ahora más arte. ¿La elegancia? Esa es cosa personal, de todos los tiempos.

En el toreo de rodillas….en eso hay muchos trucos. Es decir, cuando se arrodilla el torero al arrancarse el toro. Cuando se cita arrodillado, entonces…hay que saber torear. Yo no vi a Garza en su faena de “Amapolo”, en que me dicen toreó al natural con una rodilla en tierra, ligando los pases. Pero creo que se puede hacer, y sobre todo que él puede hacerlo. Para mi gusto, el narizón ese es el mejor de todos, con la muleta, que es la base del toreo. Tiene sitio, eso que tan pocos toreros han tenido. Si pudieran resucitar muchos toros que otros no pudieron hacer lucir, Garza se hubiera cansado de hacerles faenas con la izquierda; porque tiene temple y, sobre todo, sitio para torear…

Personalmente, a quien más estimo de los toreros Mexicanos es a Balderas, que me gusta mucho con las banderillas y también con el capote; con la muleta ha estado casi siempre atropellado, pero por lo que le hemos visto en esta temporada parece que va encontrando ya su sitio; y el día que Balderas tenga sitio para torear con la muleta…

Solórzano tiene un capote especial, único, y nadie como él me gusta toreando a la verónica. De los Españoles..me gusta “Cagancho”, que tiene una gracia y una elegancia de la calle de las Sierpes, y que es torero cuando se quiere serlo. Y Victoriano de la Serna, que si tuviera corazón sería el mejor de todos. De los toros Españoles de hoy, Son mejores los nuestros, el Mexicano….Y no quisiera que empiecen con que si Gaona dijo y si Gaona no dijo, que estoy buscando publicidad.

Es necesario que vengan toreros españoles, para el porvenir de la fiesta en México, para que haya más pasión, más pelea y mejores combinaciones. Esto no podrá ser antes de arreglar bien los asuntos del boicot a los nuestros, con dignidad, pero también con inteligencia, para bien de todos. Y es necesario que los toreros mexicanos vayan a España para cuajar como matadores de toros..Eso ya es bien sabido, que aquí no sabemos estimar a los nuestros, y en España nos han formado a muchos toreros. Aunque quizá las cosas cambien con el tiempo, pues tenemos el caso de Gorráez, que se ha hecho de pies a cabeza en México, sin necesidad de las plazas españolas. Pero lo estimaríamos mejor si tuviera una aureola de triunfos en Madrid, en Sevilla, en Valencia.

Que si el público de mi época en “El Toreo” al público de hoy, ha cambiado mucho….-¡Vaya! Muchos aficionados de entonces se han retirado, y mucha gente va a la plaza hoy porque sí, por moda, pero no para ver toros… Eso, ver toros, y ver al torero según el toro, es lo que ya no se hace. Pero el público no tiene la culpa, sino los que escriben para el público y no le dicen la verdad. Le hacen daño al aficionado nuevo y al torero mismo. ¿Cómo va a saber estimar el público lo que tiene mérito y lo que no tiene mérito, si no se le dice? los periodistas, los críticos, los que no ponen la mano, son los que tienen obligación de orientarlo… Pero son tan pocos.!

En los tratados de Tauromaquia , Allí no se aprende sino a conocer las suertes, no a saberlas ejecutar. Nadie puede enseñarle a uno a ser torero, sino el toro, ese, el toro, que es el que manda en la plaza. Y para ser buen aficionado no hay como ver muchas corridas y hablar con los toreros, y los toreros necesitan hablar con los buenos aficionados para aprender también muchas cosas. Yo, por ejemplo, era muy mal estoqueador, y atravesaba siempre a los toros en mis primeros tiempos, aun haciendo el viaje recto. Daba el hombro, que era lo que me habían enseñado. Hasta que un viejo aficionado de Madrid, Andrés “El Zapatero”, me dijo: ”Qué así no puéser, porque el movimiento de la mano desvía la espada. Mira, chaval, da el pecho y verás qué estocadas!”. No lo creí mucho; pero en la primera corrida que tuve seguí el consejo de Andrés “El Zapatero”, y después de hacer el viaje buscaba yo por dónde había salido la espada. ¡Y no! Que tenía razón el viejo: no dar el hombro, sino el pecho; y saber manejar la izquierda, para vaciar al toro.»


(Rodolfo Gaona)
By Juan Montañés

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