Aguascalientes. Jueves 2 de mayo 2024. Décimo segunda corrida de la Feria Nacional de San Marcos 2024. Plaza de toros Monumental, menos de medio aforo. Se lidiaron astados de Pozo Hondo, desiguales en presentación, mansos y sosos en general. Hubo un arrastre lento inmerecido para el segundo de la tarde.
Ernesto Javier Tapia El Calita: Silencio y salida al tercio
Juan Pablo Sánchez: Oreja y oreja
Tomás Rufo: Palmas y oreja
Detalles:
Saludó en el tercio Jorge Delijorge luego de colocar pares en lo alto.
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¡No te enamores!
Gritan los adentros de aquel que ya gozó las mieles del placer, de aquel que ya entregó el alma, el cuerpo y la vida y que al final se quedó con las manos vacías esperando…
Y es que es duro saber que el exceso de amor hace daño, pero hay algunos que aun sabiéndolo se tiran al acantilado con tal de vivirlo y hay otros anteponen la razón al corazón.
Esta tarde en la Monumental se vivieron distintas formas de amar, primero se rompieron corazones ya que se esperaba mucho más de las astas provenientes de Pozo Hondo, que al final solo quedó como una promesa incumplida. Otros cedieron a la muleta templada cual caricia de Juan Pablo Sánchez pasando por alto algunos pecadillos que a cualquier otro hubieran recriminado, el español Tomás Rufo tuvo su primer encuentro con el amor hidrocálido y se gustaron, mientras que El Calita no consiguió sembrar las ilusiones en el tendido.
¿Y el palco de la autoridad?
Embriagado y cegado por el amor enfermizo a regalar arrastres lentos inexistentes.
Y sí, Juan Pablo Sánchez es poseedor de una muleta de temple misma que tiene la oxitocina perfecta para enamorar a la afición. Esta tarde se enfrentó a Feriante, el segundo bis que sustituyó a uno que se lesionó el pitón en los burladeros. Saltó a la arena uno justo de presencia al que Sánchez llevó al caballo con gaoneras y revolera lucidas. En el encuentro con el caballo, cumplió.
Con la muleta comenzó por bajo suavemente sacándolo a los tercios, ahí consiguió una tanda serena rematando por alto. Le dio el tiempo y la distancia tocando a pitón contrario, aplicando el temple, todo con las zapatillas en breve espacio para rematar con el de pecho de largueza, saliendo airoso y sereno con la madurez que solo da el tiempo.
Le cambió los terrenos y se lo llevó a los medios, por naturales le dejó la muleta por bajo, el toro siempre fue a media altura siendo noble. El cambio de muleta por delante y el remate por alto, luego las embestidas escasearon y Juan Pablo se quedó en el terreno del miedo obligándolo a pasar por su tela y rematar correcto con el pase de pecho.
Por más de que el torero quería conservar los cariños del astado en los medios no lo consiguió y hubo que ir a buscarle a los barrios de las tablas donde terminó pasando apuros. Se tiró a matar fallando con la espada, dejó pinchazo arriba y estocada entera en buen sitio.
La gente pidió la oreja, se la dieron y mágicamente nadie protestó, como se ha hecho en otras ocasiones, es ahí donde nos preguntamos:
¿Qué hubiera pasado si el creador de esa faena fuera de otras tierras?
¿El amor acaso nubló la realidad?
El juez César Pastor, le otorgó un arrastre lento dadivoso, olvidando que el amor no son migajas, es merecimiento.
El quinto de la tarde se llamó Tallador al que Sánchez veroniqueó con tersura, en varas el astado empujó fuerte, pero salió doblándose. Con la muleta desde el primer pase le levantó la cara haciéndolo pasar complicaciones, apenas si embestía.
El torero hidrocálido al ver las nulas condiciones del astado hizo lo imposible y hasta de más por conquistar el trofeo, quedándose en los terrenos del toro que ya estaba totalmente parado y que lo único que hacía era levantar la cara constante y peligrosamente. Puso los muslos como carnada se quedó en la cara del toro, aferrado a extraer sentimientos de donde ya no había.
Aguante, olor a peligro y deseo a raudales, sin mover las zapatillas obligándole prácticamente a embestir. Entre el tendido confusión pues mientras que unos le gritaban con el corazón: ¡torero! Otros le pedían irse de ahí, puesto que ya no había y debía imperar la razón. Tiró los avíos a la arena en gesto innecesario. Mató de entera ligeramente caída y de efectos rápidos y el juez dio el trofeo. Para el astado los pitos.
Ernesto Javier Tapia El Calita no tuvo oportunidad de mostrar su querer, con su primero un astado de bonitas hechuras al que recibió por verónicas, en el peto el astado empujó fuerte y el piquero aguantó la vara. De muleta comenzó por bajo, luego tandas por ese mismo lado aun sin conectar. Por naturales le dio extensión y luego remató con el pase de pecho, las demás ya sin levantar los ánimos, algunas tandas por derecha más, pero sin la conexión ni la pulcritud deseadas. Dejó medio espadazo trasero y caído para irse entre el silencio de sus reflexiones.
Con su segundo la historia de desamor no cambió mucho, desde inició el astado rompiendo los estribos de la barrera y tirando arreones. En varas empujó fuerte. Con la muleta sacándolo de los medios, pero el astado no tenía ni una pizca de pasión, así que el torero insistió e insistió sin logran encantar ni convencer al tendido, tandas de voluntad, pero sin aseo, desarmándolo en la cara y a otra cosa. Media estocada en buen sitio para escuchar palmas en el tercio.
El español Tomás Rufo se enfrentó en primera instancia a Picacho, un toro que no tuvo ni un pase, con el que insistió, pero ni sus mejores galanterías pudieron conquistar a la gente, el astado que desde que salió de varas comenzó a doblar las patas y no tuvo ni un pase. El toreo español insistió cruzándose en la cara, uno que otro muletazo bajándole la mano, pero en esa ventana no se encendió la luz. Mató de estocada trasera y caída
El sexto del festejo se llamó Dos arbolitos, el más justo del encierro, Rufo comenzó doblándose con él, lances y remates con revolera. En varas el astado salió huyendo y en el tercio final el español se arrodilló para así pasárselo por alto, ya de pie consiguió tandas serenas y largas, por derecha, el silencio de espera se produjo, el español se lo llevó a media altura logrando momentos de intensidad por el lado izquierdo.
El astado en escena vergonzosa se echó a la mitad del ruedo, Rufo y las asistencias lograron ponerlo en pie, luego las ultimas tandas por derecha el torero estuvo justificándose, insistiendo para quedarse en la memoria de la gente. Al final arrojó el ayudado en la arena y así prosiguió por luquesinas ya muy aquerenciado el astado. Mató de estocada entera poco caída para que se le otorgara una oreja.
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