En Pamplona… Fortes y Fernando Adrián por la puerta del encierro

Pamplona. 13 de julio. Noveno festejo de abono de la feria de San Fermín. Lleno. Lluvia durante el tercio muleteril de los dos primeros toros. Toros de La Palmosilla, con trapío, a pesar de la veloz atlética corrida mañanera, mostraron casta para atender el capote y muleta de los toreros.

Fortes: Oreja y oreja.

Fernando Adrián: Silencio tras aviso y dos orejas tras aviso.

Ginés Marín: Silencio tras aviso y oreja tras aviso.

Detalles

Fortes y Fernando Adrián por la Puerta del Encierro.

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El público de Pamplona es inacabablemente festivo, un océano interminable de alegría y cada tarde está inmerso entre las bebidas espirituosas, así como en los exquisitos manjares que multiplican esa mágica fiesta y da razón de ser a un espectáculo inverosímil en los tendidos que produce una forma diferente de ver lo que acontece en el redondel con su rigor.

No con el rigor de la supuesta pureza del toreo, sino con su sello que se ha impuesto y es respetado por todos los públicos.

Salió por la Puerta del Encierro, Fernando Adrián, consecuencia de una faena que tornó en heroica al magnífico quinto. Un toro con casta y movilidad que incluso le envió a las alturas sin piedad y la caída en la arena fue casi demoledora, estruendoso guantazo que asestó en la espalda y llegó hasta el cuello al caer en la arena, no sin faltar, los fieros derrotes que lanzaba peligrosamente el encastado toro de La Palmosilla.

Los tendidos conmocionados y emocionados por ver lo que hasta este momento no habían visto en lo que va de la feria en toda la grandeza que esto implica, ver a un héroe que ahí quedó conmocionado y que regresó sin arredrarse a imponerse ante la adversidad, para conquistar dos orejas exigidas por el público que enardecido reconocía a Fernando Adrián, ese héroe, ese artista que merece regresar a Pamplona, porque puso el corazón sobre la arena.

Los supuestamente “dueños” del espectáculo que hablan de una pureza que no entienden de ella, ni siquiera saben que es eso… se ofendieron. Y entonces surge la pregunta… ¿por qué no reclamaron las dos orejas -una en cada toro- que le regalaron a Morante por hacer esas faenas de las que llaman bonitas a dos graciosas y sumisas gacelillas, que acudieron con obediencia franciscana a su muleta y que ni remotamente le elevan a la categoría de héroe ni mucho menos artista, porque el arte exige…

… verdad, honestidad, pasión y entrega.

Y mientras el toro bravo, encastado e íntegro no esté frente a Morante le pueden llamar como quieran menos artista.

Hasta vendedor de cigarros, porque a estos buenos trabajadores se les llama cigarreros.

En cambio a la pasión, entrega indiscutibles de Fernando Adrián ya lo andan mandando a quemar con la leña verde, porque se constituyó en el triunfador de la Feria -hasta este momento- por las dos orejas cortadas a un mismo toro.

Y, porque además ese quinto sí fue un gran toro que ninguno de los figurines le hubieran salido; la presencia, la gran arboladura y la casta los habría hecho abreviar de inmediato y regresar al callejón a ventilar su nivel máximo de incompetencia.

Ahora conseguir unir en concepto y criterio a 19 mil personas que andan en su fiesta y convocarlos a tener atención en la Fiesta, no es tan sencillo y que se los digan los que conocen de la sicología de masas.

Fernando Adrián lo hizo y eso es un hecho ineluctable.

Con su primero se le vio esforzado extrayendo pases de mérito en medio de todo y de todos. Si se le apoya puede llegar a mucho más en una Fiesta que está ávida de la verdad que representa enfrentar al toro bravo, encastado y no huir en el intento.

El otro que salió por la Puerta del Encierro fue Fortes. Si bien con el primero aparecieron buenos pasajes que dejaron constancia del esfuerzo que está sumando con consistencia, sensibilidad y creatividad con un toro encastado, por lo que le mereció su primera oreja; con su segundo inició su faena sentado en una silla. Para después gozar en su toreo sobretodo en el toreo al natural. Y entonces, vino la otra oreja.

Ginés Marín no salió acompañó a sus alternantes, aunque si cortaría una oreja del sexto, después de haber escuchado silencio en su primero.

La sabiduría de Joselito Ruiz le llevó a entender la lidia que sí tenía el buen toro de La Palmosilla, y por ello, le abrió el panorama inmediato en su faena, a este joven que va por buen camino y que se requiere les den más oportunidades con toros encastados como los de esta tarde.

Y… los de La Palmosilla. Dar un juicio sobre los toros que se lidian en esta feria no puede ofrecerse a la ligera. Porque primero vienen de correr en tiempo récord un trayecto de 876 metros, la presión que ejercen los mozos al abrazarlos, tocarlos y mantener firme el trayecto, como ayer lo hicieron los encastados de José Escolar y ahora los de Javier Núñez.

Bajo ese entendido el análisis debe ser más intenso y no en una ligereza sabihonda. Porque a pesar de lo que digan, los toros son seres vivos y son cambiantes como todos. Lo que los mantienen con la dignidad de su raza son los atributos que busca y cuida su ganadero. Y hoy a pesar de lo que se pueda asegurar han pasado airosos la prueba.

Qué hay que poner atención en ciertos aspectos… siempre habrá que poner en la vida atención en todos los aspectos para mejorar y seguir triunfando.

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