TELEGRAMA TAURINO

El capote de Joana

La celebración del VIII Concierto Taurino de San Miguel puso sobre la mesa la vigencia actual de la copla. A la vista del aspecto de un marco excepcional como el Patio de la Montería de los Reales Alcázares, la copla se mantiene gracias a un grupo de admiradores ya más cerca de la tercera edad que de su mejor juventud. Porque de los más trescientos asistentes al evento, una mayoría notable peinaban canas, algo que debe considerase normal. Entre esa masa, también había algunos jóvenes, pero ciertamente eran los menos. Mientras que en cuestiones taurinas en la actualidad asistimos a un renacimiento con la llegada a las plazas de gente muy joven, el género de la copla española está más anclado en el pasado. Ello, sin embargo, no quiere decir que, al escuchar la copla, se llegue a sentir un escalofrío que provoca un pellizco en el pecho. Los temas de los se habla en la copla son eternos: amor, desamor, celos, gallardía, honor, valor, arte, emociones intensas, muchas de ellas de difícil encaje en una sociedad ya muy alejada de forma global de estos sentimientos. Con espíritu alerta y la equidistancia adecuada, debo admitir que al escuchar las coplas que interpretó Joana Jiménez sentí un temblor interno, era una extraña sensación de que aquellas letras me conmovían, y quiero pensar que al resto de los presentes les ocurría algo parecido. En ese momento miré a mi alrededor y pensaba que era más joven que el resto, pero no era cierto, eran tan vetusto como los que estaban a mi alrededor.

No eran solo las letras, era la propia Joana, voz imperial, de trazo limpio, gestualidad precisa y entonación perfecta. Como se trataba de un concierto taurino, sus coplas incidieron en la materia, aunque, en mi opinión, fue en Capote de Grana y Oro, cuando su interpretación alcanzó la plenitud en la noche. Sentí cosas extrañas, porque tenía el pellizco interno mientras trataba de racionalizar la situación. Si no pude lograrlo fue porque Joana me venció. Pensaba que esa copla era parte de nuestra vida, tradición de nuestros padres y abuelos, que no era de recibo que el paso del tiempo la haya dejado en un sentimiento solo al alcance de unos pocos y no precisamente unos chavales.

Joana cantó más temas, aunque me quedé anclado en el Capote de Quintero, León y Quiroga. Además de su ambiente taurino, la noche servía para acercar a Sevilla y Huelva. Ahí llegó la sorpresa con la actuación de Félix de Carboneras, que, con su tambor y la flauta rociera, nos obsequió con una bellísima Fandasia. Fue una lástima que en el programa de mano se nos privara de una breve nota sobre su actividad musical y su trayectoria artística. La noche marchaba con buen ritmo con la Banda Municipal de Sevilla bajo la dirección de Ángel Domínguez; Joana se adueñó del escenario, todo ello acompañado por textos oportunos y acertados de José Luis López. Se introdujo una marcha de cofradías, algo respetable, pero se perdió la oportunidad de tocar Macarena, de Abel Moreno, que no solo es procesional, sino que contiene los acordes toreros del Dávila Miura. Abel Moreno es de Encinasola, es decir de la provincia de Huelva.

La explosión final fue el canto de Mi Huelva tiene una Ría, como si fuera el Concierto de Año Nuevo con la marcha Radeztky. A esas alturas, seguía conmovido por la voz y la presencia de una artista colosal como Joana Jiménez, insistía en mis reflexiones sobre la vigencia de la copla y me congratulaba de llevar sangre de Huelva en mis venas. Y salí convencido que estas manifestaciones también son parte de nuestra cultura, por mucho que puedan parecer algo pasadas de tiempo.

By Juan Montañés

Related Posts

No widgets found. Go to Widget page and add the widget in Offcanvas Sidebar Widget Area.