Fuente: Mundotoro
Camas es tierra de toreros. Pero hablar del toreo de Camas conduce, obligatoriamente, a la ancha estela dejada por dos matadores coincidentes en el tiempo y el espacio como Paco Camino – hijo de Rafaelillo de Camas – y Curro Romero. El llamado Niño Sabio de Camas fue una de las figuras más importantes de la llamada década prodigiosa del toreo: los 60. Su nombre, junto al de El Viti y Diego Puerta, llenó de contendido las ferias de unos años apasionantes en los que Curro despuntaba como torero de culto
En el mismo caldo de cultivo que germinarían los nombres de Camino y Romero se cuecen otros aspirantes que no alcanzaron la misma gloria. Podemos recordar al novillero Manuel Pérez, el primer Vito, padre de Julio, el otro Vito que popularizó el apodo en las cuadrillas de Litri o Jaime Ostos; José Rodríguez El Pío, otro rehiletero de postín, que gozó de un ambientazo como novillero en la yema de los 50; Antonio Cobo, que también llegó a la alternativa en 1959 pero encontró su sitio vestido de plata. En el camino se quedó –lo mató un toro en Barcelona en 1973– el banderillero Joaquín Camino, hermano de Paco. La dinastía de los Camino daría otros dos matadores, de nombre Rafael, y nietos de Rafaelillo de Camas. Pero hay más toreros de oro: El Almendro, actual director de la escuela y exigente forjador de los aspirantes a toreros, también llegó al doctorado en 1973 de manos del mismísimo Curro Romero en la plaza de Sevilla. Curiosamente fue Paco Camino el encargado de convertir en matador a Antonio Chacón, El Pela, en la Feria de Abril de 1977 aunque encontró sitio de privilegio en las filas de los subalternos. Su hijo se anuncia en los carteles de hoy con el mismo nombre y muestra proyección y capacidad de figura de plata después de abandonar las filas del escalafón menor. Pero la lista de matadores y novilleros es más extensa. A riesgo de dejar algunos nombres en el tintero se pueden anotar los de Reverte, Morenito de Camas, Pepe Rivas, Marqueño, Alpañel, Curri de Camas, Pepe Luis Caetano… Hay que añadir el recuerdo de banderilleros como Enriquillo, El Patito, Pérez Aranda, Juanili, Guillermo de Alba o la dinastía de picadores de los Cameros, Lolo de Camas, El Chimo, Manuel Rivas o Alfonso Soto, abuelo materno de Alfonso Oliva Soto… Hay otros toreros de Camas en activo que tampoco han dicho su última palabra. Uno de los más recientes es el diestro Esaú Fernández, que también lucha en la orilla del sistema por reivindicar su fresco y capaz concepto.
La nómina de los lidiadores cameros, de cualquier fama o condición, es más extensa aunque la dinastía de los Vargas, ascendientes de Alfonso Oliva Soto, merece un apartado especial. Hablamos de Salomón Vargas, pero también de Nicolás, aquel Gitanito de Camas que encontramos en los carteles de color sepia. Fueron tíos de su madre y su tío Ramón Soto Vargas, que cayó fulminado con una cornada en el corazón el 13 de septiembre de 1992 después de ser cogido por el novillo Avioncito, marcado con el hierro del Conde de la Maza. Dicen que Salomón enseñó a Romero a coger los capotes en aquel campo de fútbol que servía de improvisada escuela taurina.
En estos tiempos, el pueblo de Camas realiza una apuesta firme del toreo. Así se entiende su reconocimiento reciente a Curro Romero con un busto delante de su peña taurina. Ahora, se añadirán los de otros dos toreros como Oliva Soto y Esaú Fernández, que tendrán sus respectivas calles en el pueblo.
Alfonso Oliva Soto será reconocido por su trayectoria el próximo 19 de diciembre a las 17:00 horas de la tarde al dedicársele una calle, mientras que se rendirá homenaje a Esaú el próximo 20 de diciembre a las 12 horas con la inauguración de una plaza.


