Al diablo con los “boniteros” que quieren ver una corrida bonita en lugar de una corrida brava, con toros que peleen, que tengan sensación de peligro. Es un modismo que afecta sobremanera a la Fiesta, en su dignificación de lo que es en realidad. Al fin y al cabo, el toreo es un rito de vida y de muerte, en que debe morir el toro, pero debe pelear y poner en peligro al que lo lidia. El maestro Rivera con una expresión de Pellicer Cámara, afirma: “Voy a los toros, y nunca voy a ver morir a un torero, pero si los toreros…
Es el toro el fundamento de la tauromaquia; el único elemento con capacidad para emocionar y enganchar a nuevos aficionados. Y hasta que este axioma no sea aprehendido por los taurinos no habrá solución para la tauromaquia. Todo lo demás son fruslerías que hoy vitorea el público accidental y mañana las abandona con el mismo entusiasmo. Los taurinos (incluidos muchos escribidores que creen erróneamente que el periodismo taurino consiste en proteger la fiesta y ocultar sus defectos) prefieren apostar por la estética en perjuicio de la épica, por el animal penoso y moribundo, por el torito antes que el toro…