Sábado 1 de noviembre de 2025, Plaza de toros Monumental menos de medio aforo. Festival en beneficio de la Academia Taurina de Aguascalientes y homenaje a Don Julio Díaz Torre, en el marco del 450 aniversario de la ciudad. Se lidiaron astados de diversas ganaderías: 1ro Arellano Hermanos para rejones manejable. 2do Campo Real, débil, 3ro San Isidro manejable pero débil. 4to Santa Inés, bueno. 5to De la Mora, malo. 6to Puerto del Cielo complicado. Hubo dos de regalo séptimo de La Asunción, malo y un octavo Santa Fe del Campo manejable.
El rejoneador Emiliano Gamero: Silencio
Luis Fernando Sánchez: Al tercio
Román Collado: Al tercio y palmas en el de regalo
Jesús Enrique Colombo: Dos orejas
Miguel Aguilar: Al tercio por su cuenta
Marco Pérez: Leves palmas y dos orejas exageradas
Detalles:
A mitad de festejo se hizo un espacio para darle un reconocimiento al gran aficionado y empresario de Aguascalientes Julio Díaz Torre, se proyectó en el ruedo un video de Don Julio con un juego de luces led, posteriormente salieron alumnos y directivos de la Academia Taurina de Aguascalientes a regalarle un cuadro conmemorativo de ese cartel
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Algo tienen las tardes de noviembre, en México se celebra se recuerda y se conmemora a los muertos por ello algo distinto se percibe en el ambiente, un halo de magia, misticismo y recordatorio de que en esta vida solo estamos de paso.
Y sí, lo vivido hoy la Monumental nos recuerda que la vida hay que vivirla, que merece la pena aceptar el desafío en pos de un sueño. Hoy vimos unos detalles añejos nos trajeron el sentir del pasado al presente, la luz esperanzadora de la torería y energía de la juventud.
Y como su fuese parte del ancestral ritual de colocar altares a los fallecidos, aquello olía a humo aromático, a esa resina que purifica el ambiente y ayuda a guiar las almas de los difuntos, la fragancia del copal se hizo presente para recordarnos que aún vale la pena esperar, porque puede ser que un día nuestra afición vuelva desde el inframundo.
Y lo escribo porque mis ojos lo vieron, el regreso del ayer en manos del matador de toros en el retiro Luis Fernando Sánchez quien desde que salió a partir plaza se llevó las palmas y el reconocimiento de la gente. Ya pasaron 22 años de su adiós y sus muñecas no han olvidado el sabor del bien torear, con Don Tato de Campo Real ligó una serie de verónicas con tersura y media de solera, en el tendido se escucharon los olés de la afición y llama la atención que las voces infantiles también corearon el olé. En la vara recibió poca vara en la que empujó, pero cuando salió del encuentro lo hizo doblando las patas. El astado no era fácil, a una mano se lo llevaron las cuadrillas hacia el burladero para que el brindis llegara para su hijo el matador de toros Diego Sánchez y su sobrino el becerrista Juan Miguel Sánchez.
El matador Luis Fernando comenzó faena de muleta por derecha y por bajo, rematando con uno de trinchera que tuvo sabor a añejo. Aunque el astado iba se quedaba corto y terminaba con la cara arriba Sánchez le dio su distancia, por izquierda se arrancó feo y por derecha plasmó muletazos templados rematados por bajo y el olé seco de la Monumental, ese olé serio, contundente, conocedor volvió a retumbar en Aguascalientes mientras que su figura esbelta y sus canas trajeron aires del tiempo pasado para susurrarnos que no ha perdido el toque, la onza y el arte. Sus fallas con la espada le impidieron cortar una oreja, luego la afición le invitó calurosamente en el tercio.
Otro que dejó gratísimo sabor de boca fue el español Román Collado quien sustituyó a Borja Jiménez. Causa Noble fue el tercero de la tarde de la ganadería de San Isidro un astado que fue repetidor, pero tenía poca fuerza. En varas apenas asistió y luego de tomar la muleta Collado inició con doblones sabrosos, aunque el novillo caía a la arena el español fue paciente, y con muletazos lentos, técnicos y un sutil movimiento de muñecas consiguió meterlo a su muleta, dándole extensión en una buena tanda por derecha y rematar por alto, otra vez se escuchó el olé seco y penetrante característico de la verdadera afición se esta tierra que fue como una oración al viento, al fuego a lo eterno.
Román sacó la muleta desde atrás dándole largueza al derechazo elegante fino y serio, metiéndolo en su tela, le bastaba un ligero movimiento para tenerlo enganchado cual batuta de concertista. Cuando todo iba bien se dejó llevar por las almas en pena y pidió “la de aquí” y pronto y presto la autoridad hizo sonar las notas de la popular música de la pelea de gallos. El astado ya a esas alturas iba sin emoción al encuentro, tardando en asistir terminó con manoletinas por alto y se tiró a matar fallando en el primer intento, enhebrando al astado, volvió a tirarse a matar y dejó estocada entera en buen sitio. La gente primero lo ovacionó al término de su labor y luego lo invitó a salir al tercio.
Regaló un séptimo de La Asunción un novillo que en un inició buscó las capas y permitió a Collado quitar por verónicas y media lenta, abrochada sabrosamente. Román fue el único que brindó su toro al homenajeado Julio Díaz Torre que se encontraba en un palco de primera fila.
Por bajo por doblones toreros y sin mover las zapatillas de la arena consiguió pasárselo en redondo, tandas por derecha lentas y el remate de pecho, pero el astado ya buscaba las tablas y rascaba la arena. Román quería mejores puertos donde encallar así que le dejó la tela en la cara, aguantando hasta hacerlo pasar por su muleta, sacándole de las tablas, intentando todo, pero ahí ya no había más que altares vacíos. Dejó estocada entera ligeramente trasera y mató al primer golpe de descabello. Al final se fue entre las palmas.
El venezolano Jesús Enrique Colombo le caracteriza un estilo de toreo alegre y energético, esta tarde en víspera de la visita de los no vivos a este plano terrenal tuvo una tarde interesante. Se enfrentó a Empresario de Santa Inés un bonito astado bien presentado a diferencia de las demás ganaderías. Con larga cambiada de rodillas le recibió al hilo de las tablas, verónicas lentas y caleserina para cerrar con media verónica garbosa. El astado empujó fuerte en el piquero, luego llegaron las chicuelinas antiguas, la revolera y el remate por alto. Cubrió con eficiencia y alegría el segundo tercio, pares bien ejecutados al cuarteo, de dentro hacia afuera y al violín en este último quizá pecando de pensar que estaba en algún pueblito de allá muy muy lejos pidiendo un sombrero al tendido y ejecutando el par con este en una mano y luego colocárselo en el testuz y finalmente lanzarlo a la arena en hondas giratorias, detalle muy innecesario para la categoría de esta afición y de esta plaza.
Pasado el negrito en el arroz se puso de rodillas y el astado se arrancó con brío, así se lo pasó por derecha, ya de pie por el mismo lado remató por bajo. Después lo cambió de tercio a tercio y para ese entonces el astado ya tardaba en responder a los llamados, Colombo lo esperó hasta pasarlo por izquierda dándole largueza al muletazo, dejándole la muleta en la cara reponiendo solo un paso para cerrar la tanda con el muletazo de pecho.
Por derecha había más pases de lentitud y en redondo que fueron una prosa larga, cual espera de las almas por cada noviembre. Naturales por la misma tónica, ante la embestida no fácil del astado de Santa Inés que embistió hasta el final, por último, Colombo dejó una estocada entera en todo lo alto y le fueron otorgadas las dos orejas.
Marco Pérez regresó a la Monumental para lidiar un astado de Puerto del Cielo de nombre Bigotón que tuvo una salida alegre y briosa, lo saludó con verónicas y media. El brevísimo puyazo se hizo presente, apenas empujó y salió doblando las patas, luego el español quitó por chicuelinas a manos bajas y media muy torera.
Ya con la muleta en la mano Marco Pérez naufragó en un mar de incertidumbre, dejándose estrellar la muleta, sin darle distancia y cortando los muletazos aunado a lo poco que ofrecía el toro aquello no dijo nada al tendido, se quedaron callados cual silencios de los muertos olvidados. El novillo se le quedaba muy corto y cuando había que lidiarle por la cara y estar en plan de lucha no fue así. Mató de pinchazo y estocada entera para escuchar leves palmas.
Decidió regalar un octavo de la función, este fue de la ganadería de Santa Fe del Campo de nombre Mexicano un novillito muy escaso de carnes al que recibió con verónicas y revolera. Recibió poca vara y llegaron luego las chicuelinas antiguas y remate soltando la punta del capote. Por derecha y por bajo toreó ahora sí con más cadencia, tandas por ese lado tersas y suaves, el cambio de muleta y el remate hicieron que la gente ya cansada del festejo larguísimo y el frío voltearan a verlo.
El astado doblaba las patas delanteras, el torero lo sacó a los medios mientras que sonaba la pelea de gallos sin que nadie la solicitara. Ante un toro más parado continuó por izquierda en tersos pases, cambio de muleta por delante para terminar en redondo con la aprobación del público, aunque sin lograr emocionar a la afición (que no es lo mismo).
Mató de estocada entera caída y llegaron rápidamente las dos orejas, ante la petición el juez sacó rápidamente, antes de que le armen bronca, los dos pañuelos que fueron exagerados, pero como sabe usted, aquí no importa si es día de muertos o no, siempre se regalan muertitos.
Miguel Aguilar no tuvo la tarde esperada, le tocó en suerte o mala suerte mejor dicho un astado de De la Mora de nombre Buena vida que de bueno no tenía nada, el joven de Aguascalientes intentó por todas hacerlo pasar por su muleta, pero las respuestas se las llevaron los vientos fríos, solo detalles y voluntad, no había mucho que hacer. Al final fallas con la espada y todo quedó en palmas, pero él de repente salió a saludar al tercio.
El rejoneador Emiliano Gamero abrió plaza con Don Julio de Arellano Hermanos un astado que desde salida tuvo movilidad. Gamero dejó en el lomo del astado más de siente banderillas largas, unas colocadas en buen sitio y ejecución y otras arriesgando mucho sus cabalgaduras. La faena fue larga, en un inició más intensa al llevarlo prendido de su jaca por todo el redondel, luego bajo de ánimos, dejó un rejón de muerte muy trasero, lo volvió a intentar y el mismo resultado la gente protestó, se escuchó un aviso al fin cayó sin el uso del descabello y se fue en el silencio.


