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En Guadalajara… Bernaldito, que mal ganadero es

Crónica de Francisco Quirarte

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Guadalajara, Jalisco. Domingo 30 de Noviembre de 2025. Plaza de Toros El Nuevo Progreso. Vigésima tercera corrida de la temporada 2025. Tarde nublada y con dos tercios de entrada, se lidiaron seis toros de la ganadería de Peñalba, propiedad de Don Francisco Javier Bernaldo de Quirós y González, -los famosos bernalditos camuflajeados con otro nombre-, con muy poca presencia para un coso tan exigente como Guadalajara, que resultaron mansos y descastados, faltos de fuerza, sin importancia alguna.

Octavio García El Payo: Silencio y división de opiniones.

Andrés Roca Rey: Dos orejas –la segunda generosa- y división de opiniones.

Arturo Gilio III: Al tercio y leves palmas.

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Prólogo

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Hay carteles en el papel que resultan atractivos e importantes en el calendario taurino mexicano, y el del día de hoy era uno de ellos. Desgraciadamente el encierro de Peñalba echó por la borda el buen augurio del festejo.

Se podría afirmar que en realidad son dos los responsables de que la corrida se fuera a menos. Por supuesto, en primer término el ganadero por enviar ejemplares sin trapío y tan mansos como descastados, los famosos bernaliditos camuflajeados con otro nombre, pero al fin y al cabo con el denominador común de quien hace los empadres: Javier Bernaldo. y el señor juez de plaza, el buenazo e inútil Alfredo Sahagún, por haber aprobado reses sin el decoro para el ruedo tapatío.

Que no nos venga a decir Alfredo que no conoce la exigencia de este coso porque es la segunda ocasión que es juez de plaza y ha sido el representante de la empresa por varios años.

En este contexto se hace necesario que las autoridade le destituyan porque ya son muchas las pifias con las que él daña al prestigio de nuestro querido coso.

Por otra parte, la administración de la primera figura del toreo mundial, Andrés Roca Rey, a quien por cierto le envío mi más profusa felicitación por su santo; pareciera que no tiene la menor capacidad para entender del gran potencial del artista peruano.

¿De que le sirvió a Andrés que su apoderado le haya exigido a la empresa comprarle esos animalillos a Javierito Bernaldito?

Nos queda claro que, Roca Rey, puede con el toro en toda su dimensión, pero que su administración se exceda en supuestamente protegerlo es tanto como devaluarlo ante los ojos de todos.

La afición salió muy molesta después de la aproximación de corrida de toros que presenció y por ello, durante la misma protestó varios ejemplares de salida y casi todos en el arrastre.

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El Festejo

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El primero de la tarde fue un burel que tuvo una salida muy fría, descastado y sin transmisión. Octavio García El Payo lo recibió con buenos lances a la verónica y recortó con buena media. Fuerte puyazo por parte de Jorge Morales, sin embargo, el toro salió con poca fuerza después del encuentro. Nada que comentar del lamentable tercio de banderillas.

Brindó a todo el público en el tercio y comenzó su labor muleteril por el lado derecho a media altura en muletazos suaves. Se entendía el procedimiento, porque si bajaba la mano el toro se derrumbaría. Cambió a la mano izquierda y en el segundo muletazo, como era de esperarse, el toro dobló las manos, lo que fue una constante durante toda su labor con la muleta.

Una anodina faena por ambos lados, muletazos que dijeron tan poco por el andar borreguno del bernaldito. Se puede rescatar una serie con la diestra que remató con vistoso cambio de mano y un generoso pase de pecho.

Ofició con el estoque y dejó tres cuartos de acero en buen sitio, ligeramente trasero y tendido; sin embargo, requirió de dos golpes con el descabello para finiquitar a su oponente.

Recibió al cuarto de la tarde con acompasadas y sedeñas verónicas y una chicuelina. Octavio llevó al toro a varas con chicuelinas al paso. Ha sido Daniel Morales quien dejó un picotazo, simulando la suerte. Decoroso tercio de banderillas de parte de Luis Alcántar y Santiago Kingston.

Cosas veredes, se extrañó y mucho a ese gran subalterno: Jesús de Nazareth.

Brindó El Payo de nueva cuenta a la afición en el tercio. El burel fue un auténtico inválido, que desde el segundo muletazo comenzó a claudicar en varias ocasiones, causando evidente indignación en la concurrencia.

Tres series con la muleta en la mano derecha y cuatro con la izquierda, sin decir prácticamente nada. El público le pedía a Octavio que finiquitara, pero insistió sin tener un argumento más que el de aburrir aún más al sufrido público, alargando sin ningún sentido el intento de faena.

Pasaportó al toro de media estocada, para irse hacia las barreras entre fuerte división de opiniones.

Una tarde sin pena ni gloria.

El segundo de la tarde fue pitado de salida por su poca presencia, Andrés Roca Rey lo lanceó con templadas verónicas y posteriormente lo bregó con eficacia. El toro comenzó a demostrar su poca casta y fuerza.

El ejemplar acudió al caballo montado por, Alfredo Ruiz Araujo El Miura y se dio un duro encontronazo en el peto, del cual salió lastimado y muy debilitado, derrumbándose cual vaca echada hasta en dos ocasiones, por lo que el público molesto, exigió su cambio. El buenazo del juez accedió y lo devolvieron a los corrales.

Salió el segundo reserva también muy justo de presencia… era de la misma ganadería. Tardó en salir después de pasar varios minutos en que no se ponían de acuerdo, ya que se escuchó que a la administración de la figura peruana no lo quería desde la hora del sorteo.

Pero, había otro reserva que provenía de la ganadería De Santiago con más de tres meses de pernoctar en los corrales, así que tuvieron que aceptar y Andrés que apechugar.

Andrés lo lanceó aceptablemente a pies juntos y buen recorte de media. En varas El Miura realizó breve puyazo, para que después el banderillero español Francisco Durán Viruta dejara dos aceptables pares de aretes por uno de Ángel González.

Brindó su faena a quien fuera su representante en México, Pablo Moreno Valenzuela. Faena en la que demostró todo sus recursos, mando y poderío, ante un ejemplar dócil, borreguno y que tuvo un poco más de movilidad que sus pésimos hermanos, por lo que Andrés no lo dejó ir, estando siempre por encima de las pobres condiciones del torillo.

Su labor fue principalmente por el lado derecho, en series generosas con muletazos largos, plenos de temple y mando, ligando y rematando con largos pases de pecho, aprovechando el lento caminar del animalito.

Cuando el toro se comenzó a parar, se dio su clásico arrimón, reduciendo terrenos en trazos de uno en uno. La música comenzó a sonar y de inmediato Andrés ordenó que dallara la banda, así aparecieron molinetes y muletazos en redondo y el público levantó el ánimo, siendo lo más rescatable de su faena en la que él puso todo.

Manoletinas ajustadas y un cambiado por la espada, ligado a uno largo de pecho, para cerrar su labor muleteril.

Con el estoque dejó poco más de media ración que fue suficiente. Petición de una oreja y el buenazo del juez otorgó las dos, cuando lo justo era un sólo apéndice. Bueno, Alfredo y su rocareyismo.

Lo que también es verdad, que Andrés, dio la vuelta entre aclamaciones y muestras de desagrado. Si hubiera aprobado toros Alfredo y Bernaldito fuera buen ganadero, otro cantar hubiera sido.

El quinto de la tarde fue otro toro pitado de salida, con poca fuerza, descastado y que acudió con la cara alta. Andrés lo recibió con lances a pies juntos jugando bien los brazos, una chicuelina y recortó con una pirotécnica serpentina.

El varilarguero español Manuel Quinta señaló buen puyazo en lo alto, por lo que fue fuertemente aplaudido. Buen tercio de banderillas de Héctor García y Ángel González.

Brindó al respetable en el centro del redondel. En los primeros compases de la faena de muleta, el burel comenzó a doblar las manos –”¡carajo!, otro ejemplar débil y descastado“, gritaba furiosa la gente- por lo que realizó una labor de enfermero, cuidando con pinzas de alto poder al torillo.

Un toro que le regateó la embestida y pasó sin transmisión, por lo que se tuvo que meter en sus terrenos para provocar un poco de su caminar, desgraciadamente el público no le tomó en cuenta su esfuerzo debido a las pobres condiciones del pobre toro.

Labor de mérito, con aguante y poder para someter al burel, en donde brillaron seis derechazos de uno en uno. A la hora de oficiar con la espada, se salió de la suerte y dejó un artero bajonazo, por lo que se retiró entre el notorio descontento de la afición.

Lástima grande, si hubiera exigido toros bravos, encastado y con presencia, otra hubiera sido su tarde. Sin embargo, el hubiera: no existe.

Arturo Gilio III recibió al tercero de la tarde con una larga cambiada en el tercio de frente a toriles, después lanceó de rodillas tres verónicas, ya de pie, dos chicuelinas y garbosa revolera.

Breve vara por parte de Héctor Delgado, y en ese mismo encuentro, el toro arrancó el estribo de la montura en una escena poco usual. Y es que fue consecuencia de que el toro aventó cornadas de manso para deshacer el encuentro, pero lo que deshizo fue el peto.

Tercio de banderillas decoroso por parte de Gerardo Angelino de Arriaga y el joven Santiago Kingston.

Gilio brindó a Roca Rey. Prácticamente sin probar al burel, comenzó su labor con la mano diestra en muletazos templados, ligando y casi sin enmendar rematando con generosos pases de pecho.

Le dio su aire y distancia al toro, sin prisas, enganchando de muy adelante en trazos largos, con cadencia y temple, pero al burel le faltó transmisión por lo que sus muletazos no terminaron de entrar en el ánimo de la afición.

Con la muleta en la mano siniestra, dos series nada más, pero eso sí, con buen gusto y tersura, para llevarse la ovación de la afición.

Volvió a la diestra, y le pudo robar varios muletazos muy lentos, acariciando las embestidas del pastueño toro, aderezando la faena con molinetes y detalles que gustaron.

El toro se paró y Gilio lo aguantó en una serie más en la que demostró sus recursos con la muleta. Con el estoque dejó un pinchazo hondo y necesitó de un golpe con el descabello para poner punto final. Salió a saludar con fuerza en el tercio.

El cierra plaza fue otro toro con poca presencia y que embistió sin clase, descastado. Con el capote solamente lo bregó. Efrén Acosta –hijo- ejecutó una vara ligeramente trasera en buen sitio. Mediocre tercio de banderillas.

En el centro del ruedo brindó su labor. Lo fue metiendo a la muleta en muletazos de mérito, ya que el animal embistió calamocheando, con la cara alta, sin clase.

Cuatro series con la muleta en la mano diestra, en donde demostró que le funciona la cabeza, tiene temple y poder. Pronto el burel se desfondó, por lo que Arturo se metió en sus terrenos y logró varios muletazos de valía, ya que el toro sabía lo que dejaba atrás. Desgraciadamente su oponente no tuvo transmisión y por consecuencia no tuvo eco en el tendido.

Pasaportó a su enemigo de pinchazo y tres cuartos de acero, para irse hacia las barreras con leves palmas de aliento a su pundonorosa actuación.

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Domingo 7 de Diciembre

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La temporada continúa el domingo 7 de Diciembre con la vigésima cuarta y última corrida de la temporada 2025, en la que actuarán los rejoneadores Jorge Hernández Gárate, Guillermo Hermoso de Mendoza y Javier Funtanet, quienes lidiarán un encierro de la ganadería de Marrón propiedad de Don José Joaquín Marrón Cajiga.

Ya les comentaremos.

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By Juan Montañés

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