La siguiente no es una reseña sobre una peña o un torero en particular.
Resulta en cambio que representa un elogio a la amistad. Del tipo que consolidaron dos aficionadas de postín: las señoritas Ena y Techy Moyano Murguía que en torno a la idea de conformar una agrupación exclusivamente de damas aficionadas, bajo el incontrastable nombre de «PEÑA TAURINA FEMENINA ANGEL TERUEL; ambas hoy son por igual reconocibles, queridas, admiradas y respetadas. Para ellas indiscutiblemente existe una especie de cariño y afecto familiar entre el mundillo taurino local, y tienen —a su favor— el privilegio de ser amigas de afamados toreros de allí y de acá. Todos las miman, las atienden.
Se puede decir que son las damas de mayor solera y el hecho de afirmar también que de mayor afición, quizás haga que la frase se me salte del papel. Esa, en todo caso, no dejaría de ser sino una simple constatación de la realidad.
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Las señoritas Moyano Murguía: Ena y Techy, hermanas inseparables son el signo distintivo de la peña femenina que fundaron hace 53 años en honor de su ídolo el maestro madrileño Ángel Teruel fundándola como «Peña Taurina Femenina Ángel Teruel llegando a entablar una imperdurable amistad cortada solo al fallecimiento del diestro ganador —por dos veces consecutivas —del preciado Escapulario del Señor de los Milagros (1969 ¬ 1970).
La de carácter más fuerte es Ena mientras que Techy guarda un perfil un poco más templado «dile a ella (Ena)» —responde por lo general refiriéndose a su adusta hermana correctora implacable de cualquier impertinencia a fuego de solamente una mirada o entrecejo de vista
En mi caso por ejemplo, confieso que me ha costado algo en decidirme solicitarles esta conversación no por verlas con el resquemor de sus personalidades, sino por el contrario, enfrentarme a dos personajes ceñidas a los momentos más glamorosos del cotorreo taurino local, que alegraban allá—, por los años setenta —una época de interminables tertulias ágapes y cócteles entre la gente del toro.
Tiempos de señorío, solera y debate taurino alturado. Respetuoso.
Un homenaje? «Merecen varios. Es innegable.» Y aunque han recibido varios tanto como Peña y a título personal, un verdadero reconocimiento no debería hacerse esperar más.
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Nos referíamos al principio sobre la férrea amistad y relación personal que mantenían con quien fue reconocido por la afición como “Torero de Lima”; distinción reservada solo a aquellos que mantuvieron y ganaron un idilio con el público limeño. Teruel se lo ganó en base a carisma, entrega y por supuesto un toreo fino, artístico tan de gusto en la sensiblera Lima.
Pero del mismo modo afianzaron con el fiel hombre de confianza del matador «Bojilla» otra relación amical tan sólida como aquella.
Hago un alto y ante la negativa de continuar por parte de Techy prosigo con Ena:
—Ena, si no me equivoco son 53 años de haberse fundado la peña. Qué significado te suscita un hecho tan sorprendente y único?
“Una emoción y orgullo que no te puedo describir con pocas palabras. En primer lugar «aunque no les parezca a algunos» haber contribuido con la Fiesta, defendiéndola todos estos años junto a mi hermana Techy y las socias y amigas que la conforman: que con su apoyo invalorable sería imposible.
—Eres la presidenta vitalicia, has pensado en algún momento ceder la posta?
—Has integrado varias veces tanto el Consejo Taurino del Rímac como el Jurado del Escapulario de Oro del Señor de los Milagros y por ahí algunas críticas surgen. ¿Cómo las tomas?
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“No a toda la gente siempre le parece lo que uno hace.”
—No seas pícara, por ahí también deberías incluirte—le replico.
—“No fastidies”. Es su respuesta. Fiel a su estilo,
—Eres la presidenta vitalicia, has pensado en algún momento ceder la posta?
“ Algunas veces pero las chicas no me dejan. —responde despreocupada por la banalidad de la pregunta.
Y tiene razón. Pienso lo mismo, «No la dejaran».
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