Por Gustavo del Barco
Joselito en Cádiz la tierra de la familia de su madre, los Ortega, con solo 6 años, dispuesto a presenciar su primera corrida en la que toreaba su hermano Rafael (a la derecha de la imagen).
Por aquel entonces -allá por el año novecientos uno- Joselito que, naturalmente, ha vivido completamente al margen de los toros por razón de su edad y que sólo sabe de ellos por haber visto alguna vez a su hermano Rafael vestido de torero, es llevado a Cádiz, donde torea el que aún no era Divino, ni siquiera Calvo. Los seis años del peque se deslumbran, y sus grandes pupilas -en las que siempre hubo como una sombra de melancolía- se atracan de luz y de color. El garbo de su hermano, deslumbrante de oros sobre el oro del ruedo; la algarabía de la multitud; el riesgo de los toreros y la belleza de los toros se le quedan clavadas en la retina, y nuestro hombrecito -todo un hombrecito de lustro y pico de edad- piensa seriamente en que cuando el sea mayor, solo un poco mayor, será torero.
DEL BARCO, Gustavo. Joselito «El Gallo» (2ª ed., Sevilla, s.f., Editorial Católica Española, pág. 18)
Publicado antes en «LA RAZÓN INCORPÓREA»