TELEGRAMA TAURINO

Sevilla: 10ª de abono – Una oreja de oro y dos de bisutería

Carlos Crivell.– El final de la corrida fue surrealista. El público gritaba ¡torero, torero! a Talavante por una faena de arrebato a un manso, en la que no hubo ni temple ni dominio ni valor de verdad, pero que la solanera multiplicó su importancia. Y le pedían las dos orejas como quien le grita a su enemigo, desaforados, como si en la segunda oreja para el toreo del extremeño les fuera la vida. Era el mismo público que se había entregado a Morante durante la lidia del cuarto. ¿Cómo se puede cantar el valor de una faena escalofriante y minutos más tarde volverse loco con una faena de bisutería?

La corrida de la familia Matilla careció de la presentación que exige una plaza como la de Sevilla. Es un asunto que ya parece que no tiene arreglo. El tercero de la tarde era un toro impropio de una plaza de primera, con un pitón derecho de vergüenza ajena. Los equipos presidenciales hacen la vista gorda y dejan pasar toros inadmisibles.

A Morante le echaron a los corrales el primero por inválido. Salió un sobrero cinqueño abanto y corretón. Se había esforzado el de La Puebla con el capote. Lo muletazos del Celeste Imperio en recuerdo de Rafael El Gallo fueron una lección de toreo. El toro tuvo sus momentos buenos, Morante lo aprovechó en tandas con la derecha en las que el de Matilla emitió un ronquido llamativo. No fue tan redondo el toreo con la izquierda, pero por allí quedaron un molinete, algunos de pecho y mucha torería.

La lidia del cuarto fue un tratado de tauromaquia. Cuatreño reciente, el llamado Derribado fue un toro con poca clase. Esperó mucho antes de meter la cara y humilló poco. Nunca fue tan valiente Morante como en esta faena a un toro tan poco agradecido. Los ayudados del comienzo pusieron los cimientos de una faena presidida por el valor seco y angustioso de un hombre que se fajó con un toro incierto, que se dejó pasar los pitones por los alamares, que acabó manchado de la sangre del morlaco. Una tanda con la derecha impresionante, antes de dale al toro su tiempo. Otra de muletazos exprimidos con un valor sin aspavientos. Casi de frente para torear con la izquierda, con el toro apretando para adentro, con un topetazo que le hizo perder el equilibrio, para seguir con la zurda en otra muestra de valor indomable. ¿Qué necesidad tiene de jugarse el físico a estas alturas? Ya es el mejor de estos tiempos. ¿Cómo puede la fuerza del sufrimiento permitirle pisar esos terrenos de la verdad más dura? Acabó con un desplante soberbio y de soberbia, consciente de que nadie torea mejor y nadie es más valiente. Luego llegó la estocada caidilla, la oreja y el júbilo.

El público era el mismo para los tres matadores. Vaya el lote que sorteó Manzanares. Si noble y pastueño fue el segundo, la bravura incontenible del quinto pedían un toreo de verdad y el alicantino fue una figura bien compuesta sin otras cualidades. A ese buen segundo, le toreó con buenas formas con el capote. Tres tandas de derechazos muy elegantes y despegadas, una con la izquierda sin ligazón y dos más con la derecha con el de Matilla más remiso. El toreo actual de Manzanares deja la sensación de que todo es insuficiente. Eso sí, sigue con una espada muy certera, de ahí que le pidieran la oreja.

El quinto fue un toro bravo y encastado, al que se conformó con volver a torear de forma periférica y sin acoplarse del todo a tan exigente y encastado animal. Algunas veces porque toreó acelerado, otras porque no acabó de comprender que el pitón bueno era el izquierdo, la realidad es que lo crujió a derechazos. Un solo pinchazo le dejó sin trofeo. Con el lote de esta tarde debería haber abierto la Puerta del Príncipe.

Talavante no se comprometió mucho con el desclasado tercero. Faena de trámite y a matarlo. Y salió el sexto, toro manso con querencia a los terrenos de sol y las tablas. Talavante era consciente de que sus compañeros habían paseado una oreja y su mayor mérito fue la voluntad por no quedarse sin su oreja. El toro se fue al sol y allí, al amparo de una solanera agradecida, hizo una faena de atracones y muchos pases de pecho. Gritaron lo de torero, le pidieron las dos orejas por una faena de simple arrebato sin unidad, pero el palco puso algo de seriedad en el asunto y lo dejó en una solitaria oreja. Hubiera sido un escarnio comparado con el valor escalofriante de Morante.

Plaza de toros de Sevilla, 5 de mayo de 2025. Décima de abono. No hay billetes. Cuatro toros de Hermanos García Jiménez, desiguales de presencia – el tercero muy chico – y de juego dispar. Noble el segundo y muy encastado el quinto. El resto, desclasados.

Morante de la Puebla, de turquesa y seda blanca. Pinchazo y estocada atravesada (saludos tras aviso). En el cuarto, estocada desprendida (una oreja tras aviso).

José María Manzanares, de azul y bordado en bronce. Estocada desprendida (una oreja). En el quinto, pinchazo y estocada (saludos tras aviso).

Alejandro Talavante, de blanco y oro. Estocada caída (silencio). En el sexto, estocada (una oreja).

Morante fue obligado a saludar antes de comenzar la corrida. El banderillero Javier Ambel fue asistido por una herida por asta de toro en el compartimento anterior del muslo derecho suprafascial con trayectoria anterior ascendente entre recto anterior y vasto interno con scalp de 30 cm. sin afectación de estructuras vasculares. Contusión costal y cervical. Pronóstico menos grave.

By Juan Montañés

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