TELEGRAMA TAURINO

Sevilla: 3ª de San Miguel – Morante se fuma un purito en la digna alternativa de Zulueta

Carlos Crivell.- ¡Qué petardo, ganadero!, gritó la voz anónima del tendido. Y se quedó corto, como se quedaron la mayoría de los toros – ¿o eran novillos bien armados? -, con el hierro distinguido de Núñez del Cuvillo, que se cargaron una tarde de máxima expectación. Salió uno bravo, pero fue el sobrero, que tomó dos grandes puyazos de la cabalgadura montada por José Manuel Quinta, pero que tampoco remató en la muleta.

Con la lluvia de las seis de la tarde, los vomitorios atascados por el sistema de solo dejar entrar al personal de tiempo en tiempo, la corrida de mayor expectación del año tenía unos comienzos incómodos. La lluvia en Sevilla es una maravilla; en los toros, es un desastre absoluto. Pero como por arte de magia, a las seis y media cesó el cielo de llorar y la terna hizo con normalidad el paseíllo. El morbo de la presencia de Morante y Roca Rey juntos después de sus trifulcas veraniegas había convertido esta corrida en la más importante del año. Entre ambos, el joven Zulueta en su día más esperado, vestido de dulce con un traje color marfil ¿o merino?, bordado con inspiración macarena y rociera. No fue una tarde de no hay billetes, fue una tarde de reventón en los tendidos.

Pero nadie contaba que en una corrida de toros debe haber precisamente toros, que fue lo que no hubo en la plaza. Muy justa de presentación, solo con dignidad en los pitones, la corrida fue un compendio de falta de clase y casta. Para colmo, el tercero salió con una herida en el ijar trasero izquierdo. El palco tardó mucho en devolverlo. Casi le ponen las banderillas.

De esta corrida de Núñez del Cuvillo destacó la buena calidad del primero, el toro Lanudo, con el que Javier Zulueta tomó la alternativa. Fue un toro noble con casta, incluso algo picante, lo que fue un ligero problema para el nuevo matador de toros. Tomó con alegría el capote en tres chicuelinas garbosas y alguna verónica de buen estilo. Zulueta estuvo dispuesto con el capote toda la tarde. Entró en quites siempre y ahí quedaron sus chicuelinas y delantales.

Consumada la ceremonia, le brindó el toro a su padre, el alguacilillo de la Maestranza. Abrió con buenos doblones y remató bien con el de pecho. Las dos primeras tandas con la diestra le sirvieron para cogerle el aire al animal, pero fue en una tanda de naturales bien ligados donde brilló su estilo torero. Apretó Zulueta, se la dejó puesta y el toro respondió con vibración. El conjunto fue muy torero, tal vez ligeramente frío, a pesar de que la banda le acompañó con el pasodoble. Se atascó con la espada. La gente, muy cariñosa, lo obligó a saludar.   

El sexto fue una birria de toro, ya por su falta de celo, ya por su desclasada embestida, ya por su fondo escaso. El brindis fue para la madre y la hermana. La faena no existió como tal, porque no era posible darle pases buenos a semejante bodrio de toro.

¿Era tarde de competencia entre Morante y Roca Rey? Pues ganó Morante, que se fumó el puro de la tarde con su breve pero excepcional faena al cuarto. Se había quitado de en medio al primero de su lote sin muchas contemplaciones. Toro frenado, geniudo y desclasado. Un regalo. Morante lo liquidó de un pinchazo hondo. El toro, muy cobarde, se echó.

Pero todo lo bueno sucedió en el cuarto. Lo saludó con un recorte cambiado de rodillas, siguió con chicuelinas, todo un torbellino en acción de un torero privilegiado. Después de dos buenos pares de banderillas de Curro Javier, Morante dibujó un muletazo con la izquierda excelso, seguido de un molinete y otro invertido. Más con la izquierda y más bueno. Naturales de trazo limpio, sentidos y toreros, sobre todo uno inacabable. Luego, junto a tanta categoría llegó el toreo imperfecto, obligado por un toro disminuido, parado y acongojado. Fue una faena de cinco o seis muletazos, pero valió la corrida. Lo mató y saludó. En la plaza quedó el aroma perfumado del toreo eterno.

Tal vez Roca Rey se preguntara durante la faena al sobrero tercero los motivos por los que una buena parte de la plaza le recriminaba. Por su mala colocación en la cara del toro.   El sobrero había empujado de bravo en los puyazos excelentes de José Manuel Quinta. Saludó en las banderillas Antonio Chacón y se unió Algaba a la fiesta. El toro derrochó nobleza con poca calidad en los remates finales. Roca Rey estuvo tesonero y porfión con mala colocación. Se lo recriminó el tendido. Le echó arrestos, porque Roca tiene casta, y obligó al toro con toques fuertes a embestir. Que de un figurón como el peruano se diga que estuvo voluntarioso no es buena cosa. Con la espada, infame. Hacía mucho tiempo que no lo veía tan mal con el estoque.

El quinto fue menos toro. Manso, blando y sin calidad ni casta, Roca atropelló la razón al ponerse de rodillas en el centro. El toro, al final de la tanda, lo arrolló sin consecuencias. Recuperada la verticalidad, intentó ligar y dominar, pero no fue posible.  

Durante el tercio de varas del sexto, con las dos grandes figuras colocadas a la izquierda del picador, ambos se dieron un abrazo por la espalda, momento muy jaleado por el tendido. Se había hecho la paz. Ahora a torear juntos muchas tardes para reventar las taquillas.

Plaza de toros de Sevilla, 28 de septiembre de 2025. Tercera de San Miguel. Seis toros de Núñez del Cuvillo, el tercero como sobrero por uno devuelto al estar herido, de desigual presentación, algunos anovillados, de pésimo juego, salvo el primero. Fue bravo el sobrero.

Morante de la Puebla, de azul noche y oro. Pinchazo hondo (silencio). En el cuarto, media estocada y dos descabellos (saludos).

Roca Rey, de gris plomo y oro. Tres pinchazos y estocada tendida (silencio tras aviso). En el quinto, estocada trasera y caída (silencio).

Javier Zulueta, que tomó la alternativa, de merino y oro. Tres pinchazos y estocada desprendida (saludos). En el sexto, estocada caída (palmas de despedida).

Zulueta tomó la alternativa con el toro Lanudo, nº 31, colorao, de 564 kilos. Brindó el toro de la alternativa a su padre el alguacilillo Javier Zulueta. El sexto, a su madre y a su hermana. Saludaron en banderillas Antonio Chacón y Paco Algaba

By Juan Montañés

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