Carlos Crivell.- A una corrida como la de Alcurrucén la cogen los toreros de los años ochenta del siglo pasado y le cortan seis o siete orejas. El marcador del festejo es muy expresivo: Alcurrucén, seis; toreros, cero. Es cierto que, en las dos faenas de David Galván, su ineficacia con la espada le privó de cortar trofeos, sobre todo después de la magnífica faena al segundo de la tarde. Pero hubo un toro de escándalo, que cayó en las manos del muy profesional Fandi, que no fue capaz de salir de su nivel de torero honesto sin calidad, de forma que el toro llamado Profesor, un modelo de prontitud y alegría se fue con las orejas al desolladero. Y no fue porque el torero de Granada lo pinchara. Sencillamente es que la gente acabó enamorada del toro y se había olvidado de la labor del torero.
La faena de la tarde la firmó David Galván al segundo, toro muy noble que tomó con bravura dos puyazos, y llegó a derribar el primer encuentro con el piquero. Fue el único toro bravo en el caballo de una corrida con mucha nobleza y un punto de mansedumbre. Ese segundo, de nombre Pelucón, derrochó nobleza en la muleta del torero de San Fernando. Lo sacó del tercio con muletazos a media altura y remató con dos sensacionales pases de pecho. Tres tandas con la derecha con un aroma especial, un sentimiento excelso, una manera de contar el toreo muy expresiva, toreo de muchos kilates. De nuevo, los de pecho fueron de exposición. Jugó con los vuelos en una tanda con la izquierda templada llena de buen gusto. Acabó con otra más con la zurda. La plaza hervía. El toro había embestido a la llamada de una muleta de seda, sin toques violentos, sin ninguna impostura, todo natural. Solo le faltó pasarse al animal más cerca de la faja. Tal obra de buen toreo quedó enmarañada con una estocada defectuosa y cuatro descabellos.
Todavía pudo refrendar su buena calidad torera con el quinto, un colorao noble, aunque de menos duración de lo exigido. Ahora comenzó por alto y salió al centro. De nuevo basó su faena en la derecha con cuatro tandas. Las dos primeras más livianas, la tercera, de gran profundidad. Cuando se la puso por la izquierda, el de Alcurrucén esperó mucho y no hubo mayor lucimiento. La vuelta a la derecha, ahora tirando con temple del toro volvió a entusiasmar al tendido. Pero otra vez la espada cayó atravesada y el descabello no acertó hasta la tercera. Galván ha dejado muy alto su pabellón como torero. Sin embargo, tiene un problema con el estoque y el descabello. Ha perdido dos o tres orejas en Sevilla en esta ocasión.
El toro de la tarde se llamó Profesor, lidiado en cuarto lugar, colorao de capa, que manseó en un primer puyazo y fue muy medido en su segunda entrada al caballo. A partir de ese momento, como si le hubieran puesto unas pilas nuevas, el toro fue un torbellino por su galope, su prontitud y una alegría desbordante. El Fandi colocó con suficiencia sus pares de banderillas. Se tiró de rodillas y embebió a un toro que metió la cara con humillación y con fijeza siguiendo la franela. El Fandi estuvo lo bien que puede estar El Fandi. Muy solvente en tandas por ambos pitones con un Profesor que se quería comer la muleta. Es mala suerte que le toque un toro así; con uno de peor condición hubiera estado exactamente igual. Un pinchazo y una estocada con muerte espectacular del animal. Sacaron el pañuelo cuatro amigos del torero. El arrastre fue un clamor hacia un toro emocionante.
El primero de la tarde también fue un toro noble con el defecto de salir con la cara alta. El Fandi puso sobre el tapete toda su artillería: larga cambiada, chicuelinas, banderillas y muletazos a destajo. Todo con una honradez a prueba de bomba. Pero sin eco.
Ginés Marín tiene otro problema: falta de trasmisión. Así se pudo apreciar en la faena al tercero, otro toro bondadoso al que toreó con pulcritud y buen estilo. Era un momento muy extraño. Ginés enganchaba al toro, lo llevaba prendido y remataba bien los muletazos, pero nadie se inmutaba. El de Alcurrucén acabó más apagado y unos ayudados finales también tuvieron calidad. Tampoco fue su tarde con la espada.
El toro de peor nota de la suelta fue el sexto, apagado y de media arrancada, con el que Ginés anduvo simplemente voluntarioso.
Seis toros con cinco de ellos con las orejas colgando y ninguna en manos de la terna. Ahí que explicado lo que pasó.
Plaza de toros de Sevilla, 30 de abril de 2025. Quinta del abono. Media plaza. Seis toros de Alcurrucén, en general bien presentados, de juego notable por nobleza, aunque con tendencia a la mansedumbre. Bueno el segundo en el caballo y excelente el cuarto por su alegría y prontitud.
El Fandi, de nazareno y oro. Pinchazo y estocada tendida (silencio). En el cuarto, pinchazo y estocada (saludos).
David Galván, de lila y oro. Estocada atravesada y cuatro descabellos (saludos tras aviso). En el quinto, estocada y tres descabellos (saludos tras aviso).
Ginés Marín, de azul azafata y oro. Pinchazo y media estocada (saludos tras aviso). En el sexto, estocada (silencio).
Destacó a caballo Agustín Collado.