Los festejos de ocho reses deberían estar prohibidos por el Reglamento Taurino. Es una lástima que en nuevo articulado andaluz no lo haya recogido. No hay cuerpo que lo soporte. La única forma de aguantar más de tres horas y media en la plaza es convirtiendo el coso maestrante en una inmensa botellona. Es cierto que la afluencia fue notable, también se agradece la presencia de mucha gente joven, pero la realidad es que no se está logrando que esa masa juvenil comience a entender algo del rito y la liturgia del toreo. Acuden solo para aplaudir a su torero favorito; lo demás les importa un rábano.
La noticia de la novillada fue el buen encierro enviado por Gabriel Rojas, que lució una decorosa presentación, muy parejos, y dieron un buen juego. Alguno fue sencillamente excepcional, como el segundo. Hubo atisbos de mansedumbre, tal que el sexto y el octavo, pero todos se dejaron torear en el último tercio.
La otra noticia surgió al final de la novillada. El jurado, compuesto por los asesores del palco presidencial, decidió que el triunfador fuera Aparicio. Si el veredicto se hubiera hecho público en la plaza con todo el mundo presente, la bronca se habría escuchado allende los mares.
El novillo que abrió la noche fue codicioso, incluso algo molesto. A Bombita le costó templar sus embestidas, o como se dice ahora: no pudo limpiar los muletazos. Por ello la faena no tomó vuelo. Para Javier Torres quedó la oportunidad del desquite en su segundo eral. Ya sus compañeros de cartel habían paseado una oreja. Saludó con buenos lances a la verónica al castaño de Rojas. Se lo brindó a su mentor Víctor Puerto. Comenzó con buenos doblones. Las dos primeras tandas con la derecha fueron buenas. Una solitaria con la zurda tuvo la virtud de dejar la muleta bien colocada para ligar los muletazos. A final de faena se mostró algo bullidor y alejado del concepto que había mostrado hasta ahora en este ciclo. Se entregó al matar, resultó volteado, pero logró pasear la oreja.
El segundo espada, el albaceteño Alejandro González, le cortó una oreja al extraordinario novillo segundo por una faena firme y mandona, aunque carente de transmisión. Le dio infinidad de muletazos casi todos por el pitón derecho, pero no vendió bien la mercancía. Lo mató pronto, que no bien, y se encontró con una oreja de escaso fuste.
El sexto fue un mansito que acabó metiendo bien la cara en la muleta. González volvió a dejar la impresión de que tiene cierto oficio, pero que le cuesta un mundo emocionar al tendido. Ahora estuvo bastante mal con la espada.
Julio Aparicio no reverdeció los laureles de su novillada anterior. Es cierto que le gusta componer la figura con el espejo de su tío Julio, pero esta vez su labor se llenó de detalles de escasa torería, como el agarrarse la chaquetilla al torear con la derecha, gritar en exceso para citar o rematar los pases, incluso dando unos saltos absurdos al finalizar las tandas. Sin embargo, en su noche sevillana hubo cosas positivas, como los lances de saludo al tercero, así como los muletazos por ambos pitones a ese buen novillo, en los que volvió a poner de manifiesto su clara obsesión por hacer las cosas con un aire aflamencado. La estocada fue fundamental para poder cortar la oreja de tan buen eral.
Su labor con el séptimo fue de mayor entrega, de menos a más, con un punto de vibración y algunas dosis de gracia torera. En esta ocasión sus voces llegaron con nitidez al tendido. Se atascó con el descabello y escuchó dos avisos.
Manuel Domínguez volvió a concentrar a una infinidad de seguidores en el tendido. Lo que en principio puede parecer bueno, al final es contraproducente, porque le cantan todo lo que hace, sea bueno a menos bueno. Domínguez estuvo esta noche mejor que en su primera comparecencia. A sus dos erales los toreó con gracia y buen juego de brazos con el capote. En el cuarto saludaron El Sombrerero y Tito en banderillas. La faena primera al cuarto pecó de acelerada. Le faltó reposo dentro de una corrección en el trazado de los muletazos. Fue un novillo encastado y exigente. Domínguez superó finalmente la prueba y lo mató a la primera de forma defectuosa. La oreja cayó por méritos propios y una demanda enfervorizada de seguidores.
Con el último de la noche no pudo completar su labor. Fue muy bueno el comienzo con unos doblones de categoría. No fue un buen colaborador el de Rojas, que protestó mucho y le enganchó la muleta con un desarme incluido. Fue una faena tesonera que acabó con el novillo rajado. Domínguez superó las adversidades y acabó con una tanda de derechazos muy templados. No anduvo certero con la espada y llegó a escuchar dos avisos. Pasadas las doce y media de la noche, ya Santiago, se finiquitó la novillada.
Se salvó el festejo porque hubo argumentos en el cuarteto. Se podría decir que los asistentes se lo pasaron bien. No dejaron ni una botella llena y se acabaron los canapés. El jurado decidió que Julio Aparicio fuera el triunfador. Lo mereció más Manuel Domínguez, al que colocaron en tercera posición. Es verdad que su inclusión en la final era cuestionable, pero según lo visto, Domínguez fue el más solvente de los cuatro. Pero los profesionales del jurado deben ser mucho más expertos que un simple crítico taurino.
Plaza de toros de Sevilla, 24 de julio de 2025. Novillada final del ciclo de promoción. Tres cuartos de plaza. Ocho erales de Gabiel Rojas, bien presentados y de buen juego en general, aunque hubo algunos mansos. Buenos primero, el magnífico segundo y el tercero.
Bombita, de azul pavo y oro. Pinchazo y estocada (saludos). En el quinto, estocada desprendida (una oreja).
Alejandro González, de azul marino y oro. Estocada contraria (una oreja). En el sexto, dos estocadas defectuosas (saludos tras aviso).
Julio Aparicio, de turquesa y oro. Estocada (una oreja tras aviso). En el séptimo, pinchazo, estocada atravesada y seis descabellos (saludos tras dos avisos).
Manuel Domínguez, de marfil y oro. Estocada caída y perpendicular (una oreja). En el octavo, estocada delantera, estocada y descabello (saludos tras dos avisos).
Final de las novilladas de promoción. Saludaron en banderillas El Sombrerero y Tito. Bombita brindó a Víctor Puerto el quinto.