Morante elevó el toreo a sus cotas más sublimes, ya con el capote, ya en un quite a cuerpo limpio prodigioso, ya en una primorosa faena de muleta, digna de las dos orejas si lo hubiera matado a la primera, pero necesitó tres descabellos. A estas alturas de su vida, Morante no necesita las orejas, pero esa actuación era de Puerta Grande, que para su trayectoria sí le hace falta. Les dejamos fotografías de Arjona de una tarde que sí pasa a la historia.