Nacido en Caracas el 22 de junio de 1922, Antonio Bienvenida se bautizó en la misma parroquia sevillana que Juan Belmonte. Torero de Madrid por excelencia, se presentó el 3 de agosto de 1939 y se consagró en la misma plaza el 18 de septiembre de 1941 con su histórica faena de los tres pases cambiados al novillo «Naranjito», de Antonio Pérez. En «su» plaza tomó la alternativa el 9 de abril de 1942, con toros de Miura. Esa misma temporada, mientras plasmaba su famoso pase cambiado, sufrió una cornada en Barcelona que hizo que se paralizara el inicio de su laureada trayectoria, con la naturalidad por bandera.
En Madrid fue protagonista de seis actuaciones en solitario y de un reto desconocido: quiso matar doce toros en 1960, pero al noveno tuvo que desistir al ver que se resentían viejas heridas de guerra. Bastión esencial de la más importante dinastía torera, Antonio tenía el cuerpo cosido a cornadas.
Hijo de Manuel Mejías Rapela, conocido como el Papa Negro a raíz de una crónica de don Modesto en la que le comparaba con el máximo mandatario de los jesuitas, sus cinco hermanos también tuvieron la vena torera y cuatro de ellos se convirtieron en matadores: Manolo, Pepe, Rafael -que no pudo pasar de becerrista por su trágica muerte en 1933 en el cortijo de «La Gloria»-, Ángel Luis y Juanito.
Antonio Bienvenida entró de lleno en Las Ventas con aquellos tres pases cambiados a «Naranjito» que inmortalizaría después el pintor Roberto Domingo. Sus glorias colmaron de esplendor la capital. «Una de las tardes más felices del toreo», escribió Giraldillo en la corrida del Montepío de 1955. Su despedida venteña por la Puerta Grande, en octubre de 1966, agigantó aún más su conjunción con Madrid. Imborrable su reencuentro en 1971 con cuatro orejas, dueño de esa naturalidad donde se refugiaba el paraíso.
Una vaca acabó con su vida. Ocurrió el 7 de octubre de 1975, a los 53 años, a causa de una fractura de cuello que le provocó «Conocida», de Amelia Pérez Tabernero, cuando aleccionaba a Miguel, hijo de Ángel Luis. Cuarenta y cinco años después, aún se respira su torería.