TELEGRAMA TAURINO
En Sevilla… Morante o la inteligencia al servicio del arteUna oda a la emoción, un manicomio y dos despojos obscenosMorante forma un alboroto con una faena clamorosa en SevillaEl decimonónico recibo capotero a una mano de Morante al cuarto: una oda al toreo más clásicoMorante: «En el cuarto, ha habido momentos en los que la plaza parecía un manicomio»Juan Ortega: «Hoy, por unos u otros motivos, se ha ido la gente feliz y estoy satisfecho»Manuel Román, Fuentes Bocanegra y Javier Zulueta se reparten diez orejas y un rabo en la novillada de LucenaPedro Jorge Marques, apoderado de Morante de la Puebla: «Esto es un sueño; ha sido una faena fuera de los cánones»Otra tarde de rotundidad de Tomás Rufo, a hombros en Almoguera entre la clase de El PilarCirugeda, oreja de la novillada de Palha en Aire-Sur-l’Adour en tarde entregada de Nino JuliánOtra tarde importante de Molina, a hombros con Cid de María en HorcheGalería Así vio Muriel Feiner… a El Fandi, David Galván y Ginés Marín en SevillaMorante y su faena al abreplaza: el cénit de la pureza en la proposición (y en la colocación)Juan Ortega y un excelso recital capotero al segundo: La Maestranza ruge con su toreo a la verónicaTodos en hombros en Las Matas y un novillo de vuelta al ruedo de La QuintaLa brillantez de Guillermo Hermoso y la frescura de Pérez de Gregorio, a hombros en CorellaPablo Aguado y la genial obra con la que volvió a emocionar a Sevilla: el mal de aceros impidió que la cobraseJosé Manuel Montoliú:»en mi casa siempre ha brillado más la plata que el oro»Borja Jiménez y su regreso a Sevilla dentro de un meteórico inicio de temporadaLa belleza (y el triste final) del novillo de Barcial que iba a ser lidiado el pasado sábado en San Agustín Guadalix

Santander, 26 de agosto de 1947: la última corrida de Manolete antes de Linares

 

Fue en Santander el 26 de agosto de 1947. La última corrida que toreó Manolete antes de la tarde de Linares. Una actuación que no tuvo mayor historia, salvo la de ser la ultima tarde en la que el Monstruo salió por su pie de una plaza. Desde la capital cántabra se trasladó a Madrid y en la tarde del día 27 inició su ulñtimo viaje en coche. El destino era Linares.Fue el 26 de agosto de 1947, en Santander, en la corrida local de la Beneficencia, toreando con Juanito Belmonte y el Raúl Ochoa Rovira, con toros de Rogelio Miguel del Corral, una ganadería de procedencia Saltillo y Vega Hermosa, que se había formado en 1935 y que, con diversas transformaciones, llega a nuestros días en el hierro de Peñajara.Si nos fiamos de la escueta reseña que distribuyó la agencia Efe –que entonces firmaba como “Agencia Cifra”–, aquella tarde Manolete “toreó confiado y tranquilo, oyendo oles y música”, dando la vuelta al ruedo en su primero y recibió una gran ovación en el quinto. En el que cerró plaza recibió el brindis de su compañero Rovira.Según se narra en ´100 años de toros en Santander´, de Pablo Morillas, los toros salmantinos fueron ´modélicos´ en mansedumbre. Belmonte se limitó a cumplir sin poner gran cosa de su parte, en el primer toro, y anduvo algo más entonado en el cuarto. Manolete expuso mucho para ligar faena a su primer toro, escuchando la música y las ovaciones, y mató pronto, dando la vuelta al ruedo. En el quinto volvió a pisar terrenos de compromiso para poderle al manso y el público supo valorar la entrega del diestro que mató de una buena estocada y un descabello. El debutante Rovira estuvo breve y no muy sobrado de recursos en el tercero y en el que cerró plaza puso más entrega y logró algunos muletazos de buen ver, manejando con soltura el acero. Fue despedido con aplausos.En Santander ya había toreado Manolete en esta temporada la tarde del 6 de agosto, con Gitanillo de Triana y Pepín Martín Vázquez, que obtuvo por cierto un gran triunfo. Y perdió de actuar la tarde del 3 de agosto, como consecuencia de la cornada que había sufrido en Madrid, en la Corrida de la Beneficencia celebrada el 16 de junio, que le mantuvo inactivo hasta el 4 de agosto.Si hacemos caso a lo que contaba Clarito en sus Memorias, Manolete ya se sentía incómodo y en más de una ocasión en aquellos días había repetido, refiriéndose al traje de luces, “estoy por no ponérmelo más”. Una de las cosas que más le habría contrariado fue el poco público que había ido a la plaza en Toledo el 17 de agosto. De allí pasó a Gijón, el día 24, y luego a Santander.En estas fechas, algunos días los debió pasar en San Sebastián, donde veraneaba su madre. Para Linares emprendió viaje en coche desde Madrid en la tarde del día 27, a la que iba a ser su corrida número 501 y su toro 1004, el último, que se llamaba “Islero”.100 AÑOS DE TOROS EN SANTANDER. II volúmenes.Pablo Morillas y Felipe Fragua Pando Edición de Antonio Martínez Cerezo.

By TT20

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